lunes, junio 15, 2009

Hace un par de años llegó un adiós que me dejó tan adolorida... 


Pasó un tiempo y regresaste sin estar conmigo.

Han pasado meses y meses, seguimos juntos sin estar unidos,  vuelvo a contar con tu apoyo; eres mi zapata, mi muro de carga, esa columna que soporta la loza. 

Estabilizas mi estructura...  Me hace tanto bien saberte aquí.


Antes de verte me he arreglado; maquillaje discreto (por que odias que me vea sobrecargada), ropa linda (pero no muy "muy") cuidando que realce las cosas te gustan, zapatos bajos (no quiero aumentar ni un centímetro más), el cabello desenredado (por si quieres deslizar tus dedos en el). Pienso en lo que diré, lo que te gusta escuchar y te divierte. 


Cuando llego a casa, me agarro el cabello en una coleta, me lavo la cara y agua con lagrimas corren por mis mejillas... me duele decirte adiós y salir de tu auto;  es un dolor que aprieta mi pecho, me exprime como si quisiera que así te me salieras del corazón.  Repaso nuestra platica, nuestros juegos, las miradas, los silencios que tanto dicen... 


Me la paso interpretando el papel de la chica "ideal". La que dice cosas interesantes y chistosas, la que sonríe todo el tiempo, la que se viste para que tengas ganas de desnudarla.


Todo es una mascara, un papel que interpreto, para que no veas el dolor que siento, aunque bien que lo sabes.

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