Betún

Me quede sola, no es la compañía lo que extraño, es mi alma la que me hace falta.

Fuera de un bar alguien lo propuso; yo no tenía más nada que perder.
El dinero es un beneficio, pero lo admito, me gusta, me gusta por el simple hecho de hacerlo.

Miro sus ojos encendidos, escucho sus palabras sucias, embriagada en sus lenguas y manos que me tocan como un objeto… soy de ellos, me están comprando para su placer. Creen que me usan y yo me sobajo a sus más obscuros deseos, dejo que me laceren; uso el dolor físico que me provocan para olvidar el que me quema por dentro.
Les entrego mi cuello; que me asfixien y ruego por piedad, por un poco de aire. Arqueo mi espalda y les ofrezco mi carne para que muerdan, que traguen, despedazando y deshebrando mi cuerpo. Me aferro a sus cuerpos, que me sacan del abismo en el que me están hundiendo.
No hay pena, no hay sentir; ninguno será cliente por segunda vez, ese es mi único requisito.

Encadenada a alguna cabecera me siento más libre de lo que jamás seré. Observo sus pieles exprimirse en sudor que me empapa. Cierro los ojos y dejo que mi cuerpo se contorsione, la sangre galopa en mis venas, mis labios palpitan, ese desconocido me consume y me alimenta. De rodillas, mi lengua cobra vida y me meto en sus rincones, la dejo deslizarse enredandose, es una llama y ellos son los santos que en mi altar adoro. Busco en sus labios besos tuyos que no tendré, cada amante furtivo me sirve para recordarte, escudriño en las similitudes y en las carencias y en todos te hallo cuando no estas.

En el devenir diario sigo twitteando, soy el ama de casa feliz, que te espera con pastel y cuida a los niños. Esa es la vida que debería de tener.

Silvana.

[texto para #twitterasprostitutas un ejercicio interesante]