Hace justo un año, andábamos en el Puerto…Nunca hubiéramos imaginado que regresábamos con un pequeño polizonte.
Fue un viaje maravilloso; nos divertimos como enanos y conocí al resto de la familia.
Quién iba a pensar que, ese fin de semana largo, cambiaría nuestra vida y mi estatus de por vida.
Tres meses después me descubrí rechazando chocolate, ¡sí, CHOCOLATE! poco menos que sacrilegio, y algo me decía que en mi cuerpo había algo raro…una crisis de algodoncillo, ¿a mi edad?
Los estudios de sangre lo confirmaron; la Abeja tendría una Larva.
Creíamos que sería un niño, pero en diciembre nos dijeron que una mujercita iluminaría nuestros días; decidimos llamarla Ariadna Michelle.
Puedo recordar que, a diferencia de otras mujeres, no me urgía que naciera. Así la tenía siempre conmigo y podía cuidarla de todo (aunque me dejara las noches en vela, por no dejar de patear).
La única solución, era la mano de su papá; con ella sobre mi panza lograba dormir unas horas.
Nació una tarde de mayo
Lo vi entrar a la habitación y desde que la miró por primera vez, supe que sería Daddy's Girl desde ya.
Y me volví hiper cursi y sensible, y ahora soy una ñoña que de todo toma fotos
y guarda papelitos.
Ver crecer a mi niña, es lo mejor que me pudo dar la vida; tengo tanto por tratar de enseñarle, tanto por platicarle, tanto por aprenderle.
Paz, es verla dormir
y se me van los días; el tiempo corre más rápido al verla crecer
y en un cerrar y abrir de ojos, ya tiene tres meses
y si me preguntan; yo ya sé qué es la felicidad.